Sobre mi y lo que hago:

Mi nombre es Paloma y me dedico a documentar momentos clave en la vida de mujeres como tú.

Mi pasión por la fotografía de nacimientos y maternidad surge de un amor profundo por el ser humano y su desarrollo, sobre todo en su etapa de bebé-niño, momento crucial y el que somos más vulnerables. Siento profundamente que tanto madres como bebés padecemos las consecuencias de vivir en una sociedad que atenta contra nuestro diseño original, y que esto tiene una repercusión devastadora no sólo en la infancia, sino en los adultos en los que nos convertimos, perpetuando así el ciclo de dolor en el que estamos sumidos.

Llevé esta casi obsesión en secreto conmigo durante años mientras crecía.

Estudiaba y me informaba acerca de maternidad, lactancia y el desarrollo del bebé humano todo lo que podía. Picoteaba información, siendo una niña. de aquí y de allí. Los libros del colegio dedicaban una cara de un folio al tema del embarazo, a lo sumo.

Hace relativamente pocos años, cuando me iniciaba en el camino de la fotografía, se me ocurrió que me encantaría, algún día, poder documentar un parto. Todavía era muy joven y tenía mucho que aprender pero, poco a poco, la vida me ha ido llevando hasta ahí.

Documenté mis primeros partos en Suecia, y fueron todos aún más mágicos de lo que yo alcanzaba a percibir de niña a través de la pantalla. Fue allí donde comencé a organizar mis primeros círculos de mujeres, en los que compartíamos experiencias acerca de la maternidad y del hecho mismo de ser mujeres. Encuentros maravillosos en las que todas nos sentíamos nutridas y acompañadas.

Con mi trabajo, espero no sólo ayudarte a inmortalizar estos momentos que estás viviendo en tu maternidad, que son a la vez tan cotidianos y tan fugaces, sino que pretendo bucear mucho más profundo en el lado femenino de la vida, tratando de comprender mucho más cómo somos, y que esto sirva, ojalá, para contribuir a inspirar el cambio que tanto necesitamos en la reconquista de nuestro lado femenino dañado.

Estoy deseando conocerte.

Desde muy joven me fascinaban mis alumnos de violonchelo, niños aún bastante pequeños, y me preocupaba mucho por su bienestar.

La vida tal y como la hemos diseñado no nos lo pone nada fácil, y muchos menos a ellos, los niños.

Ser mujer despertó en mi una curiosidad insaciable por conocer más acerca de nuestro desarrollo físico y emocional, el universo materno, del que nadie me hablaba me llamaba profundamente la atención.

Quería saberlo todo acerca del embarazo, la lactancia, y qué nos sucede exactamente a las mujeres cuando nos convertimos en madres.

Mostrar mis inquietudes hacia un tema tan tabú no me puso las cosas fáciles. No encontraba respuestas.

La ciencia apenas está empezando a estudiarnos (a las mujeres) en este contexto, lo que está permitiendo romper tantísimas falsas creencias que arrastramos desde que el mundo es mundo acerca de nosotras y de nuestros cuerpos.

Pero si hay algo tabú y que se nos ha robado a las mujeres, son nuestros partos.

De niña observaba de cerca a mis gatas cuando parían, y cerca de la adolescencia, en los inicios de la revolución de internet, vi cientos de vídeos de partos humanos. Lo que ahí sucedía era algo tan poderoso, tan potente, tan bello...

Lógicamente la gran mayoría de ellos sucedían en hogares, lejos de hospitales donde reina el control. Me parecían mágicos, y no entendía cómo algo tan profundamente hermoso, por donde además hemos pasado todos de una u otra manera, era visto como un hecho desagradable, que despierta temor, que se asocia sólo al dolor y del que es mejor que no hablemos.

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